La KOIdisea (segunda parte de la e – liada)

Capítulo I

Segundas partes nunca fueron buenas, y más en este caso, cuando la primera ya es mala de cojones. Pero si quieres saber cómo continuó esta absurda historia, no te queda más remedio que seguir leyendo, como cuando estás viendo un evento de Twitch y te comes ocho horas de pausas y bugs para ver quién gana. Sigamos.

Elyoya conducía como un puto loco, lo que le provocó algunas nauseas a nuestro intrépido Barbe.

—Parad un segundo, por favor, chicos, de verdad, necesito tomar aire fresco —dijo, con la determinación y el aplomo del mismísimo Naruto.

Javier miró a Ibai, quien asintió con los ojos llenos de suspicacia. Al parar el coche, Barbe salió dando saltitos de felicidad e, inmediatamente, Ibai le dio un golpe en el hombre al conductor.

—Arranca.

—¿Seguro? —replicó Javier, que tenía corazón.

—Vamos, arranca, que se quede ahí, presentando el DT —insistió Ibai.

Elyoya puso el coche en marcha y salió disparado, dejando atrás a un Barbe que miraba el coche alejarse, sin entender nada. Así fue como nuestro grupo volvió a tener cinco personas e, inexplicablemente, el cabrón de Knekro seguía siendo una de ellas. De Barbe no volvimos a saber nada, hasta que le venga bien a la trama y reaparezca como un héroe. O no. Larga vida a la Gamba Army.

El silencio invadió el coche, hasta que la realidad se impuso sobre la mala conciencia por haber abandonado a su amigo.

—Creo que tengo hambre —dijo Kuentin.

—Hostia, es verdad —respondió Ibai—. Creía que tenía un nudo en el estómago por lo de Barbe, pero lo mío también es hambre.

Una vez rota la tensión, nos echamos a reír y buscamos una gasolinera en la que parar a comer algo. La encontramos enseguida, porque las cosas en las historias aparecen según las vas necesitando. Al bajarnos del coche, nos llegó una voz desde el maletero.

—¡Sacadme de aquí, hijos de puta!

—Ya voy yo —dije, dispuesto a devolver al abuelo a la historia.

—¡Abuelo mis cojones! —protestó Knekro, saliendo del maletero—. Si tienes solo un año menos que yo.

La leyenda y yo nos miramos durante unos segundos sin decir nada, hasta que, finalmente, decidió volver a tomar las riendas.

—¿Por qué te has cargado a Barbe? —dijo, enfadado.

—Necesito que el grupo sea de cinco para cuando haya algún combate, sino es un jaleo.

—¿Y tenía que ser Barbe? De los que estamos aquí, su comunidad es la única que sabe leer, sin él no vamos a vender ni un puto libro.

—Bueno, pues le voy metiendo por ahí de vez en cuando.

—Vale. Mira, vamos a hacer las cosas bien. No te voy a pagar.

Una fuerza misteriosa comenzó a atraer a Knekro, de nuevo, hacia el interior del maletero.

—¡Espera, espera! No te voy a pagar porque ahora somos socios. Tú escribes y yo me encargo del marketing. Escribe lo que te dé la gana, sin reglas. Y yo me encargo de que funcione.

Dudé durante un momento, pero como estoy acostumbrado a no cobrar, al final acepté.

—Ok, entonces… ¿qué hago para que la historia llegue a más gente?

—Mira, lo primero que tienes que hacer —dijo knekro, como sin importancia—, es meter… no sé… una furrilla así mona y con poca ropa….

—¿Puede ser Kuentin?

—¡No me jodas!

—En la anterior novela fue como Garen —insistí—. Creo que debería ser él.

—Pfff —protestó Knekro—. Vale, que sea Kuentin. Y mete algún Pokémon de vez en cuando. Y tiros. Y explosiones.

—Vale —acepté—. Meteré todo eso. Vamos con los demás.

Knekro y yo entramos a la gasolinera que, de forma muy oportuna, contaba con una mesa para comer. Allí estaban sentados, a un lado, Ibai y Elyoya, más o menos como siempre, aunque algo había cambiado en la mirada de Javier, que sacaba la mandíbula y apretaba los mofletes mientras se atusaba el pelo, y no le quitaba los ojos de encima a Kuentin, quien estaba sentado al otro lado, con sus orejitas de gata blancas y aterciopeladas, sus facciones rosadas y redondeadas y un vestido ajustado, semitransparente, como un hilo de seda intentando cubrir una montaña. Dos, dos pedazo de montañas.

—¡Hostia! —exclamó Knekro, impresionado.

—Contrólate, le dije, sin acotar el diálogo.

—¿Qué os pasa, chicos? —preguntó Kuentin, extrañado—. Me miráis como si fuera el Samsung White de 2016.

—Vale, ya se me ha pasado —Knekro recuperó la compostura—. Venga, a comer.

La gasolinera la atendía Fernando Piquer, quien nos sirvió la comida mientras con la otra mano llenaba el depósito del coche. Un auténtico empresario. Comimos un montón de lo que sea que patrocine a KOI ahora mismo y, contentos y saciados, retomamos la marcha.

—¿Ya está, yo no salgo más? —se quejó Fernando desde la gasolinera, mientras el coche se alejaba.

De nuevo en la carretera, por algún motivo, ahora me dejaron ir de copiloto mientras que Elyoya y Knekro insistieron en sentarse detrás, uno a cada lado de Kuentin. Conducía, como es lógico, el puto loco de Ibai, que iba gritando y poniendo caras.

—Meto segunda chavales. Meto segunda. Meto segunda. Uhhhhhh. HIS – TÓ – RI – CO.

—¡Qué barrabasada! —exclamó Ferra, al que llevábamos en la guantera, por si nos faltaba un caster para algo.

Poco a poco Ibai se fue animando, aumentando la velocidad, hasta que ocurrió el incidente.

—En treinta metros, gire a la derecha —La voz de Raskiperro daba indicaciones desde el GPS.

—¡Conozco un atajo! —replicó Ibai

Diecisiete segundos después, tras meterse en dirección prohibida, poner las largas a las cuatro de la tarde, tocar la canción de TheGrefg con el claxon y meterle un crujido al embrague que ahogó hasta el motor de un coche que venía de frente, nos paraba una pareja de la guardia civil.

Algunos os sorprenderéis de que haya una pareja de la guardia civil en Runaterra; es posible, incluso, que seáis de Latam y no tengáis ni idea de qué estoy hablando, por eso voy a hacer un inciso: las parejas de la guardia civil spawnean donde les sale de los cojones. Por lo demás, una de las mayores lecciones de narrativa me la dio la vida, cuando comprendí que podía dejarme una perilla ridícula para ocultar mi papada. Desviaré vuestra atención sobre la inconsistencia de que haya una pareja de guardias civiles aquí con algo más llamativo y sorprendente: Los guardias eran Thorin y Iwdominate.

—Vosotros no tenéis nivel para ir por esta carretera —dijo Thorin, en perfecto castellano de la meseta.

—¿Cómo? —se indignó Javier—. Yo esta carretera me la hago hasta en patines, gilipollas.

—Mira, chavalito —intervino Iwdominate, con acento canario—, yo soy un referente en técnica, táctica, téptoca y tíctoca, y mi palabra está escrita en piedra, como la del mismísimo…

En ese momento, una carretilla con las ruedas cuadradas y tirada por un burro cojo apareció por el otro carril. Sobre ella, cinco chavales iban tocando la pandereta, mientras un tipo sudaba intentando resolver un sudoku, a pesar de que solo conocía los números del uno al cuatro. En el lateral estaba pintada la bandera de Francia. Los guardias civiles se quedaron ensimismados, admirando la majestuosidad de aquel vehículo.

—Dale, Ibai, arranca —susurró Elyoya—. Ahora que la comunidad internacional está mirando a los franceses, tenemos que ir al templo. ¡Arranca, joder!

El camino hasta el templo transcurrió sin incidentes, para dosificar la acción, porque si pasan cosas todo el rato no llegamos nunca. Y sí, si os estabais preguntando dónde íbamos, era al templo. Knekro dice que tengo que explicar mejor esta parte, pero como no voy a cobrar, paso de corregir. El caso es que llegamos al templo, y ahora os cuento para qué:

En el mundo real, tú tienes tu LoL, te metes al juego y eliges un personaje con el que jugar; normalmente, un personaje que no tienes ni puta idea de manejar y con el que haces el ridículo, lo cual no es impedimento para llamar malos al resto de tu equipo. En Runaterra es al revés, allí los jugadores de verdad son, por así decirlo, «invocaciones», y tienes que ir al templo para hacerte con ellos y poder utilizarlos en tus partidas. Algo así como si los jugadores fueran Pokémons y los templos gimnasios. ¿Eh? Os gusta esa mierda, ¿verdad? Pues papi os lo da. Javi lo tenía claro.

—Necesitamos un Myrwin, un Supa, un Álvaro y un Freskowy.

—¿Cómo se escribe Freshkowi? —pregunté.

—Como te salga de los huevos. Tenemos que entrar en el templo y hacernos con ellos. Venga.

Todos nos bajamos del coche y nos quedamos absortos ante la increíble arquitectura del templo. Sobre un suelo de barro viscoso y húmedo, se tendían una serie de plataformas a las que los jugadores se agarraban para intentar no caer. A la izquierda, un colorido cartel rezaba: «Bienvenidos a la Superliga». Un par de metros a la derecha había un arbusto raquítico y deshojado, tras sus ramas se ocultaba Eros sujetando una libreta y, como es medio imbécil, se pensaba que no le veía nadie. Kuentin sonrió con malicia, lo que le sentaba muy bien a su tersa piel de diosa.

—Eh, seguidme el rollo —susurró, antes de alzar la voz—. Pues yo creo que deberíamos fichar a LamEncinas y a PintaNubes.

—Ya he hablado con sus agentes y está casi hecho —respondió Knekro, que quería agradar a ese sueño hecho carne.

—Con LamEncinas tendría una gran sinergia jungla – support —añadió Javier, poniendo morritos—, y PintaNubes es un toplaner de proyección mundial, juego mucho soloQ con él.

Kuentin sacó el móvil y esperó unos segundos, antes de soltar una carcajada y decir: «Mirad, mirad Twitter». Todos rieron al ver el tuit de Eros que decía «Sources: MDK ya tiene prácticamente atados a su nuevo support y al toplaner. Más información en @ovejita_voila». Las burlas hicieron enfadar al papá de Eros, que los abordó muy cabreado.

—¡Eh! No os metáis con el chaval —dijo Axineas, sin descender a ningún equipo.

—Oye, oye, ya está, no te lo tomes tan a pecho, hombre. —Ibai cogió las riendas de la situación—. Te digo lo que vamos a hacer: vosotros no me toquéis los huevos filtrando mis mierdas, y yo os hago un hueco en el DT.

—Soy un currante, lo he vuelto a hacer, mis chavales. —dijo Eros, sin venir a cuento.

—Aceptamos —añadió Axineas.

Nosotros seguimos a lo nuestro y les dejamos hablando solos, pero como a veces soy un narrador omnisciente sé lo que dijeron, y os lo voy a contar; por cierto, no me apetece andar poniendo acotaciones todo el rato, así que Eros habla en minúsculas y Axineas en mayúsculas:

—¿Y ahora qué hago? Si no puedo leakear cosas, me quedo sin curro.

—TÚ TRANQUILO, HE TENIDO UNA IDEA, TE VA A FLIPAR.

—¿Sí? Cuenta, cuenta.

—VAMOS A HACER ESPORTMANIACIOS, PERO DE NOCHE.

—¡Hostia! ¿Esportmaniacos pero con menos luces? ¡Me encanta!

—BUENO, NO ES EXACTAMENTE ESO, PERO SÍ, AHORA QUE LO DICES… LA IDEA ES HACER ESPORTMANIACOS PERO CONTIGO Y CON KOI SEVILLA, QUE NO TENÉIS NI PUTA IDEA DE LOL.

—¿Y tú?

—YO CONTROLO BASTANTE, PERO PUEDO DISIMULAR.

—¡Me encanta! ¿Cuándo lo hacemos?

—LOS DÍAS QUE NO HAYA DT.

—¡Lo tienes todo pensado!

Axineas y Eros se fueron de la mano y terminaron haciendo, contra todo pronóstico, un podcast bastante entretenido. Pero vamos con lo importante: nosotros. Una vez que nos quedamos solos en el templo, comenzó la caza de jugadores. Dado que Elyoya iba a jugar él mismo, se limitó a dirigirnos mientras nosotros atrapábamos al resto de integrantes del equipo. Las cosas transcurrieron de una forma un tanto extraña.

En primer lugar, puesto que Myrwn es un friki de tres pares de cojones, envió a por él a Kuentin. Le dio una YoyaBall y le pidió que se contoneará por los alrededores del templo, hasta que Myrwn, incapaz de resistirse a sus instintos más básicos, se arrojó desde su plataforma a los pies de nuestra furrita, quien no tuvo más que abrir la YoyaBall y esperar a que el toplaner se entregara solo. Tras esta increíble muestra de poder, la magia de Kuentin se agotó y recuperó su forma normal, porque no puedo concentrarme escribiendo con un personaje tan sexi.

Tras la ex – furra, fue Knekro quien recibió su YoyaBall, y a él se le encomendó atrapar a Álvaro. El motivo era que el support español tenía la cualidad de ser extremadamente reacio al contacto con los extraños, pero como Knekro huele a abuelo genera cierta familiaridad en sujetos como este. Knekro se sentó en un banco a las afueras del templo, encendió un Farias, sacó una baraja española e inició un solitario mientras recitaba algunos chistes racistas y homófobos. Cuando llevaba unos minutos con la función, un tímido Álvaro apoyó la cabeza en su regazo para que le acariciara y Knekro, sin apenas tocarle, le encerró en la bola.

El siguiente fue Ibai. Las informaciones decían que Supa era un tipo muy competitivo, que amaba el lol, quería ser el mejor en lo que hacía… pero por encima de todo eso, al chaval le gustaba la pasta, y como Ibai está hecho de dinero, no le costó nada atraparle. Simplemente, fue tirando billetes por el templo, y rechazando a patadas al resto de jugadores que se arrojaban tras él, hasta que apareció Supa; entonces, Ibai depositó un fajo en la YoyaBall y el tirador entró solito en ella.

Por último, a mí me encomendaron atrapar a Freshcovui, a quien a partir de ahora me referiré como Fresh, para no escribirlo mal todo el tiempo. El motivo era muy sencillo: yo sobraba en el grupo, y Fresh era el único no español. Pensaron que nos entenderíamos bien, principalmente Knekro y Kuentin, que insistieron en que ellos no eran racistas, aunque a veces bromeaban con buscar una tercera K para el grupo. La verdad es que fue muy fácil atrapar a Fresh, ya que cuando me acerqué al templo ya estaba esperándome y, sin decir nada, se metió en la YoyaBall, resignado. Había visto cómo atrapábamos a todos sus amigos, y no quería dejarlos solos con semejante panda de gilipollas.

Cuando tuvimos todas las YoyaBalls, Javier, sobreactuando, puso los brazos en jarras y con su mejor cara de sexo dijo:

—Perfecto, ya tengo las bolas llenas.

A nadie le hizo ni puta gracia, ignoramos el comentario y volvimos al coche, dispuestos a poner rumbo a la LEC.

Capítulo 2

He aquí la magia de la división por capítulos: cerramos el anterior entrando al coche, y podemos abrir este llegando ya a la LEC, y así nos ahorramos un viajecito que fue la hostia de aburrido, con Kuentin hablando del PoE, Knekro diciendo gilipolleces de Nintendo, Ibai celebrando cada puta curva en la que no se salía y el cabrón de Elyoya poniéndole caras al espejo retrovisor. Para ya, Javier, por Dios.

La LEC era un estercolero, y no, no es ninguna metáfora, literalmente era un recinto lleno de mierda porque en Worlds se habían cagado encima todos. Eso sí, cualquiera que haya estado cerca de círculos de poder sabe que unas mierdas huelen mejor que otras, por eso solo arrugaron la nariz ante nuestra llegada. El resto de mojones eran muy prometedores y varias moscas revoloteaban en torno a un zurullo que olía a croissant y a baguette, pero el nuestro no le gustaba a nadie, seguramente por el característico olor, tan fuerte, de la dieta mediterránea. Pero no nos importó y, además, no los entendíamos, porque hablaban en inglés y ningún español sabe inglés de verdad.

—¡Yo sé inglés, no sé qué! —dijo Suzyroxx, que estaba reaccionando a mi historia.

—Pero tú eres rumana —argumenté, sin racismo ni xenofobia ni nada de eso, no me toquéis los cojones—. Por cierto, ¿por qué ya no estás en KOI?

—¡Mira, mira! ¡Voy a hacer una voltereta! —interrumpió Ibai, desviando la atención.

La voltereta fue espectacular, una voltereta grandiosa; me pareció ver por el rabillo del ojo que alguien se llevaba a Suzy de la página, pero no podía dejar de mirar la voltereta. Finalmente, me recompuse y tomé de nuevo mi papel de narrador. Me planté frente a Ibai y le pregunté sin rodeos: «Oye, ¿qué pasó con Suzy y con el otro chaval? ¿No eran el futuro de la creación de contenido en KOI?» Entonces, Ibai comenzó a hacer malabares con dos pepinos y una mandarina, y era muy difícil porque no es lo mismo agarrar un pepino que una mandarina, necesitaba una coordinación adicional para cambiar la posición de la mano cada vez que tocaba mandarina, un espectáculo asombroso. Lo fácil hubiera sido hacerlo con tres pepinos, o con tres mandarinas, pero ¿dos pepinos y una mandarina? Un genio.

Bueno, volviendo a lo nuestro, que me lío y no sé ni con qué. Los primeros días en la LEC son siempre los de mayor nivel, porque aún no hay partidas. La competición empieza con un torneo de gilipolleces, y diciendo gilipolleces somos todos buenísimos: las narrativas que intentan imponerse desde internacional y que tienen una esperanza de vida de dos jornadas; las tier – list de Esportmaniacos que las hacen tirando dados; las declaraciones de los jugadores que parecen haber olvidado que les vimos jugar el año anterior… En todo eso le sacamos años de ventaja a los coreanos, que utilizan este tiempo para jugar SoloQ e ir entendiendo la nueva temporada, los muy pringados. Como escritor, os voy a explicar una cosa: ganar está bien, entrenar, ser el mejor jugando y reventar en las partidas, muy chulo; pero crear una narrativa de ganador es mucho mejor, y no necesitas entrenar tanto, ni ser el mejor, ni siquiera ganar partidas. Además, es mucho más estable, porque a un equipo que se esfuerce por ser un ganador, le puede durar un año o dos, hasta que llegue T1 y le pase la mano por la cara… pero la narrativa de ganador es para siempre, puedes estamparte nueve partidas de cada diez, y esa décima reforzará la narrativa. Esto funciona así por dos motivos: el primero es una serie de cuestiones psicológicas muy profundas, y el segundo es que los espectadores somos imbéciles.

Bien, sigamos, vaya jaleo, ¿eh? Os estoy metiendo distintos estímulos, rollo tik – tok, porque me ha dicho Knekro que es lo que se lleva. Estábamos ya en la LEC, y tocaba empezar a jugar, lo que pasa que aquí la historia es una mierda. La narrativa guapa es cuando el chico nuevo, odiado por los malos de la peli, y al que todos los espectadores quieren y desean que triunfe… empieza estampándose, pasándolo mal, y luego con esfuerzo y discursos motivadores de Paulo Coelho va consiguiendo pequeñas victorias: una palmadita en la espalda por aquí, una chica que nos sonríe por allá, alguna lagrimita, el poder de la amistad… ya sabéis, lo típico. Pero estos hijos de puta llegaron y se plantaron en la final el primer split: Myrwn salía a la grieta haciendo el helicóptero; Supa decía que era mejor que Deft y a veces hasta lo parecía (si veías un partido a las 4 de la mañana después de unas copas); Elyoya no estaba a tope pero era normal porque tenía que acostumbrarse a jugar sin Nisqy, y cuando has sufrido tanto, cuesta volver a ser feliz; Fresh le plantaba cara a todos los midlaners europeos, o creemos que pensaba eso, porque aún no habla muy bien español y no sabemos exactamente lo que piensa; y Álvaro parecía el mejor de Europa en su posición, sin coñas, esto lo digo de verdad. Vamos, una historia de mierda, ¿qué historia de superación, de adversidades, comienza con los novatos ganándolo todo? No, no, no. Vamos a hacer como los equipos de la LEC, nos saltamos el split de invierno, que no le importa a nadie. Eso sí, a cambio voy a introduciros a Melzhet.

El Melzhet es una idea, una filosofía de vida, incorpórea e inmaterial. Por eso no está encarnado en ningún personaje, sino que es más bien una voz, una con barba. Los jugadores estaban convencidos de que lo correcto era seguir el camino de El Melzeht, y esto consiste en hacerle caso a la voz cuando dice algo. Por ejemplo, si El Melzhet se pronuncia en medio de un estasis místico y dice algo como: «La meta es el resultado del camino. Tú llegas andando, y si vas andando, llegas. Pensar en la meta como una meta no es la meta, la meta es un pasito, y luego el otro, y venga a andar, y así llegas y materializas la meta con el fluir de los pasitos», pues los jugadores lo interpretaban y empezaban a andar y a andar, por ejemplo, por la jungla, cuando no toca, cazada y GG. Y así llegamos a la parte importante, a la de las cagadas, porque los jugadores no entendían El Melzhet, y los demás equipos empezaron a jugar un poco al juego, y a curtirnos el lomo, y la gente estaba cabreada… ahí sí que hay chicha para una historia.

Por mi parte, pediros disculpas, porque al ser la realidad una historia tan mal estructurada, me he visto obligado a meter un capítulo de transición que termina justo aquí.

Capítulo 3

Tal vez hayáis soñado que nos estrenamos en la LEC arrasando a Heretics, pero es mentira, una alucinación colectiva. La historia comienza estampándonos contra G2 en la primera jornada, porque así debe ser. El split fue un poco raro, resulta que Brandon Sanderson se compró un equipo en NA, y para celebrarlo esta parte de la temporada se desarrollaría dedicando cada jornada a un sistema de magia completamente nuevo e innovador.

Para la primera jornada se decidió desarrollar el arcano arte de la «esfericidad escrotal», por lo que todos los jugadores se dedicaron a masajearse los huevos con el objetivo de tenerlos bien redonditos. A pesar de que nuestro equipo se esforzó mucho por no hacer nada, nos embaucó la estética privilegiada de Hans Sama, y caímos en el abismo de su belleza. Tremendos huevos, deslumbrantes, más que afeitados, lijados, esculpidos… no pudimos hacer nada contra su magia.

A partir de aquí mi memoria es confusa y las jornadas bailan junto a los resultados, así que las voy a ordenar como me dé la gana.  Nuestro siguiente oponente fue Rogue, y contra ellos nos tocó poner en práctica nuestras habilidades respecto a las «palabras de poder». Esto consiste en crear realidades a partir del significado de ciertas palabras, que ganan fuerza cuanto más son replicadas. El cabrón de Supa dijo que, si Jesucristo hubiera sido ADC, tal vez le hubiera empatado la línea, con su padre de support; a partir de ese día le prohibimos tuitear. Por otro lado, los de Rogue no se siguen ni entre ellos, así que sus palabras rebotaban en un eco infinito hacia la nada. Ganamos fácil.

En la tercera jornada nos tocó jugar contra BDS y el sistema de magia elegido fue la «purificación de la ofensa», cuyos principios mantienen que la energía liberada al ofender a otros permite al ofensor entrar en un estado de comunión con la magia capaz de moldear la realidad de formas inimaginables, hasta el punto de que El Xocas intentó utilizar esto para dejarse melena. Pensábamos que íbamos a ganar fácil, porque son casi franceses y aquí llevamos toda la vida ofendiendo franceses, pero pusieron en práctica una estrategia que nos pilló completamente desubicados: en medio de la partida, Adam comenzó a insultarnos no solo a nosotros, sino también a su propio equipo, alcanzando el nivel de ofensa primigenio y absoluto que le permitió hacerse un 1VS9. Una derrota más.

Después vino Heretics, y contra ellos nos vimos obligados a ensayar los ancestrales poderes de la mutación: ser algo, ser otro, ser todo. Un principio oriental que aquí no se entiende muy bien, por lo que lo adaptamos a salir a jugar disfrazados, que no tenía mucha magia, pero nos hizo ilusión porque Myrwn siempre había querido jugar una partida disfrazado de un personaje de anime, y por fin le íbamos a hacer feliz. El chaval salió de alguna mierda de esas, todo contento; elyoya fue disfrazado de croqueta; fresh, picarón, se puso un plástico por encima y dijo que era un caramelito; Supa y Alvaro se vistieron de Phineas y Ferb, pero no sé quién era cada uno porque era meta de doble ADC. Por otro lado, en Heretics, Wunder fue disfrazado de jugador de League of Legends; Jankos llevó un traje tradicional polaco y entró bailando algo muy parecido a una sardana; el puto Flakked fue de pato, no sé qué le pasa a este chaval con los patos, pero yo no le dejaría ir solo a un parque con estanque; Kaiser se disfrazó de Trimby… y el problema fue Perkz. El midlaner fue disfrazado de pirata, con parche y todo, y claro, al ver solo por un ojo, troleó la mitad de lo normal y el patito pudo sacar la partida adelante. Otra derrota.

Llegamos a la quinta jornada hechos mierda. Esta semana el creativo de la LEC estaba de vacaciones así que copiamos el Genki – Dama de Dragon Ball, que es lo de poner las manitas para arriba y enviar nuestra fuerza vital a los jugadores para que la canalicen y puedan destruir con ella a sus oponentes. Cuatro karpas se desmayaron al levantar los brazos porque nunca habían hecho tanto ejercicio, y dos más al intentar entender el speech de Koi Sevilla, pero el zumbao del bombo lo levantó con una mano y le siguió arreando con la otra, lo que animó a todos a dar lo mejor de sí. Ese día jugábamos contra Giants, a cuyos aficionados les cuesta mucho levantar los brazos porque van todos con traje y les tira de la sisa. Fue una gran victoria… y por eso, desde internacional, nos prohibieron volver a utilizar el bombo. Seguían tocándonos los cojones con total impunidad, hasta el punto de que uno de los casters intentó romperle la muñeca a elyoya, por suerte, Sjokz le detuvo con su sonrisa (esto me ha obligado a escribirlo Skain).

—Youuuu qué pasa chavales, ¿cómo va la season? —dijo Skain, que al escuchar su nombre pensó que le tocaba hablar.

—Somos una putísima mierda —respondió Ibai, comedido.

—Vaya, pues entonces me voy a merendar, enseguida vuelvo.

La jornada seis se presentaba esperanzadora. Jugábamos contra KC, y el sistema de magia escogido era la “canalización inversa”; habitualmente, la magia se nutre de lo real para crear algo mágico, fantasioso, imposible… pero la canalización inversa condensa una realidad en otra más cohesionada y fuerte, por ejemplo: al aplicar esta técnica sobre un mentiroso, se deshace entre tirones de realidad que desgarran su piel; al aplicarla sobre un político, le manda a la oposición porque creo que es ilegal poner por escrito lo que ocurre realmente; al aplicarla sobre Reven, aparece Revenant, el auténtico Reven… y así con todo. El caso es que la peña de KC vivía en los mundos de Yupi, y no tenían nada a lo que agarrarse, estaban completamente desorientados y empezaron a decir tonterías: que si el Faker europeo, que si el topside más fuerte de Europa… se pasaron tanto que Yamato desapareció y solo quedó su camisa, como una mancha de tinta en el suelo. Victoria sencillita.

Para la séptima ya no nos reímos tanto. El rival era Fnatic, y tuvimos que adaptarnos a un sistema de magia conocido como “el espejo”. Esto consiste en una propiedad de la materia que constituye uno de los principios básicos de la vida: las moléculas se imitan unas a otras, como los streamers. Al llevarlo a la magia, lo que se produce es un bucle en el que el sujeto A imita al sujeto B, y el sujeto B imita al sujeto A, un lío de cojones. En resumen, era como si nosotros nos quedásemos con la personalidad de Fnatic y ellos con la nuestra: Myrwn y Oscarinin siguieron jugando bien porque son la polla los dos, aunque fue raro cuando Óscar se quitó la camiseta y empezó a gritar “a mamarla” mientras los árbitros le sujetaban para que no siguiera sacándose ropa. Razork patheó un poco peor porque perdía tiempo colocándose el pelo, mientras elyoya, curiosamente, recordó al Javier de años anteriores; lo de Fresh fue un desastre porque a estas alturas del año Humanoid suele llevar tres soloQ y el repaso en medio fue histórico; en la línea inferior, Noah y Jun jugaban llenos de confianza, mientras que a Supa le temblaban hasta las orejas y Álvaro hacía lo que podía. Nos ganaron en poco más de veinte minutos.

Las jornadas octava y novena las jugamos a la vez. Estábamos hasta la polla de la magia así que montamos un partidillo de futbol once: SK y Vitality contra nosotros y nuestra academia. Mac y Melzhet de porteros. Pusimos a los de la academia a defender y los de LEC se fueron todos de delanteros, pero estaban tan arriba que no escuchaban las indicaciones del portero. ¿Eh? ¿Lo habéis pillado? Es una metáfora: “estábamos tan arriba…” Es como decir que por nuestro ego y nuestro exceso de confianza no escuchábamos al entrenador, pero de forma figurada. Real literature bitch. Perdimos por ocho a seis, Carzzy marcó siete goles y le dieron el MVP a Nysqi porque los celebró muy bien.

Al final, entramos a playoffs por los pelos: éramos muy malos, pero no tanto como KC y Rogue. Es curioso, porque podría decirse que estos dos eran nuestros mayores enemigos, por historia, y éramos los tres malísimos. Lo que podría haber sido una batalla épica de espada y dragón terminó siendo una pelea de parking entre borrachos. Pero pasamos nosotros, que se jodan. Después, en la fase eliminatoria, hicimos el ridículo, y eso no me apetece contarlo, así que me lo voy a saltar.

Capítulo 4

Llegó el parón del MSI, y en el equipo decidimos que, tras semejante fracaso, nos merecíamos un buen descanso. Hay gente que no entiende esto, pero cuando estás haciendo el ridículo constantemente, a veces es bueno parar un rato (que alguien se lo diga a —insertar streamer que te caiga mal—).

Pero las historias no paran, y cuando la acción se detiene es el momento que el narrador debe aprovechar para reforzar las relaciones entre los personajes.

—Voy a despedirlos a todos, qué cojones, voy a mandar a la mierda a todo el equipo: jugadores, staff, redes sociales y hasta a la cocinera. Voy a coger lo que queda de presupuesto y voy a montar con ello un equipo de futbolín —dijo Ibai, valorando alternativas.

—Cálmate, Ibai, ha sido solo un bache, pero seguro q… —respondió Kuentin.

—Tú también, a la puta calle —interrumpió el gigante noble—, vete al McDonalds a castear hamburguesas y a discutir con un McFlurry. Me tenéis hasta los cojones. Yo juego de delantero, Karchez, ¿quieres ser mi portero?

—¡Claro! Soy muy buen portero —aseguró Karchez, que no sabía ni por qué lado se cogía la barra de un futbolín.

—Venga, Adrianceitor se encarga de llevar el marcador, Reven y Barbe que nos animen, y a Knekro le damos la jubilación anticipada.

Knekro, que había visto mucho cine, se acercó a Ibai con fingida calma, se puso frente a él con una enorme sonrisa, y le soltó un tortazo de esos que conectan moflete con moflete.

—¡ESPABILA!

La habitación quedó en silencio. Ibai, con la mirada perdida, sintió cómo las paredes se encogían hasta fusionarse con su propia piel, para resurgir desde la esencia misma del hombre, en forma de barba. Todo el espacio, la materia, la existencia misma, comenzaba en la silueta de nuestro héroe y se extendía en forma de pelillos, millones de pelillos diminutos pero firmes que cubrían la totalidad del universo conocido. Los pelillos comenzaron a bailar, agitados por una brisa invisible, se movían de un lado a otro construyendo formas indistinguibles del conjunto, robaron algunos colores, se vistieron con ellos en un sinsentido aparente, como la forma primigenia de una idea, y donde no había nada, en la intersección entre lo real y lo imaginario, surgió la voz de Melzhet, cantando la canción que baila la vida. El caos se disipo; de pronto, todo estaba claro, en orden, y aquello que antes era confuso, aparecía ahora como una realidad inevitable: los chicos levantando la copa del mundial, esa era la imagen que mostraban los pelillos, la verdad que se escondía tras el velo del fracaso.

—Le has dejado tonto —dijo Kuentin, preocupado—. ¿Ahora qué hacemos? ¿Le mandamos a Tik – Tok?

—Estoy bien —respondió Ibai, volviendo a la realidad—. Vamos, lo he visto, tenemos una copa que ganar.

El resto le seguimos la corriente, porque es mejor trabajar para un loco que volver a la LVP. Lo primero que hicimos fue ver el MSI, en donde sí jugaban al LoL y no hacían tonterías con la magia. Cuando nos pusimos, a Fnatic ya le habían humillado (#FreeRazork), pero llegamos a tiempo de ver como G2 hacía la de siempre, la de que parece que esta vez sí, pero al final no.

—Al menos no tenemos a Hans Sama —concluyó Ibai, como resumen de todo lo que había visto.

—¿Y ahora qué? —dijo Knekro, impaciente—. ¿Le damos unos latigazos a los chavales? ¿Les encerramos en SoloQ sin comida? Podemos poner unas tuberías que se abran solo cuando ganen una partida, y si no juegan bien por orgullo, que lo hagan por sed.

—Eso hacían en la facultad de ingeniería —añadió Kuentin.

—No —replicó Ibai, con firmeza—. Dejen trabajar a Melzhet.

Mientras tanto, a unos kilómetros de allí, Melzhet soñaba con PochiPoom.

Capítulo 5

—Una borrachera comienza con un vaso.

Melzhet miraba a sus pupilos, esperando a que entendieran lo que quería decir.

—Creo que no es así —dijo Myrwn, que era tan alternativo que, entre manga y manga, se había leído el refranero—. Es algo como… “un largo camino comienza con un paso”.

—Eso es lo que he dicho —replicó Melzhet.

—No.

—Las palabras —continuó Melzhet— cobran sentidos diversos en los oídos de quien las escucha, como un camaleón sobre una estantería del Mercadona, ¿es Nestle o Hacendado? Quién sabe, compra el más barato.

—Yo no puedo acercarme a menos de cincuenta metros de un Mercadona —añadió Álvaro—, el juez fue muy claro al respecto. Pero no quiero hablar de ello. Explícate, que esto no es un podcast.

—¡Vamos a entrenar los niveles uno! —gritó Melzhet, eufórico.

—¿In english, please? —intervino Fresh.

—¿Este quién es? —dijo Supa, señalando al midlaner.

—Dejad de joder. —Elyoya puso orden al sentir que la conversación se estaba yendo de madre.

—Lo que quiero decir —continuó Melzhet—, es que, si conseguimos ventaja de oro en los primeros niveles, luego podemos pelear como cabrones porque tenemos más oro que el rival, en vez de hacerlo como hasta ahora, que peleamos como cabrones independientemente de la situación de partida.

Los jugadores se quedaron pensando unos segundos, antes de que Álvaro retomara la conversación.

—¿Te refieres a que, en vez de identificar cuándo tenemos ventaja y pelear, deberíamos tener siempre ventaja y así no nos equivocamos al elegir las peleas? Parece un buen plan.

—Pues si Álvaro lo ha pillado, yo me apunto —dijo Supa.

—Yo soy toplaner, ¿a quién le importa mi opinión? —confirmó Myrwn.

—¿What? —preguntó Fresh.

—Bien, si todos estamos de acuerdo, decidido, haremos eso —sentenció Elyoya.

Considero necesario revelar en este momento un giro de guion que da sentido a esta parte de la trama, un parche que cohesiona los puntos débiles de la dinámica de grupo, y es que en este momento de la historia asistimos a una conversación telefónica privada de Fresh con algún miembro de su familia.

—¡Hola! ¿Qué tal por Santander? ¿Siguen frescas las conchas? —silencio incómodo, alguien reprende su humor al otro lado de la línea—. ¿Por aquí? Todo igual, yo hago como que no entiendo el idioma, y así puedo ejecutar alguna idea diferente, y arreglarlo cuando estos cabrones intean. Solo lo saben Melzhet y Javier —nuevo silencio—. Ya, bueno, es lo que hay, alguien tiene que sacrificarse. ¡Te quiero! Adiós…

Capítulo 6

El ritmo narrativo es algo muy importante; no puedes estar repitiendo una y otra vez las mismas batallas contra los mismos enemigos, a menos que escribas anime, o que organices la FMS. Por eso necesitamos alguna forma de saltarnos el split de verano, eliminar la parte lenta y pasar rápido a la acción, como por ejemplo dejar los drafts hechos antes de las partidas. No, espera, esa es una idea de mierda. Mejor vamos a hacer un cameo con Noa y Wolk y que ellos os hagan un resumen de la temporada.

—¿Qué tal, Wolk? ¿Cómo estás?

—Pues muy bien, Noa, para nada nervioso por ver cómo van cayendo todos nuestros compañeros, ¿y tú?

—¡Genial! Yo sé dibujar, nunca me faltará trabajo. Y siguiendo con las presentaciones, no podemos olvidarnos de nuestro mejor analista, que nos ayudará a interpretar en profundidad lo que ocurre en los mapas: adelante, Teshrack.

—…

 —¿Teshrack?

—¡Pero si estaba aquí hace un momento! No pasa nada, Wolk, siempre nos quedará Mellado.

—…

—¿Jaime?

—Ejem, como iba diciendo, esto lo sacamos adelante entre tú y yo Wolk. Wolk, ¿qué haces? ¡Deja esa botella!

—Me la suda todo, me voy a mear en el croma.

—¡Para, hombre! Por favor, que alguien se lleve el croma. Bien, estamos aquí para hablaros de la temporada de verano, que fue corta pero muy intensa.

—Fue una puta mierda.

—Jejeje, qué gracioso eres, Wolk. Hubo partidas de altísimo nivel y tam…

—¡Chupito!

—¿Qué?

—Cada vez que mientas, me voy a tomar un chupito.

—No hagáis caso a Wolk, está bromeando.

—¡Chupito!

—En fin. Pues eso, hubo muchas partidas, pero todo se resolvió en la última jornada, como siempre. Antes hubo algunas cosas a reseñar, como las partidas que KOI perdió a pesar de ir 10k por delante, pero bueno, eso son cosas que le pasan a cualquiera.

—¡Chupito!

—Vaya. Bueno, lo importante es que el último día tenían que ganar dos partidos para pasar, y lo hicieron. Jugaron mejor que en el resto de la temporada y eso les valió para clasificarse a playoffs.

—De puta chiripa.

—Como fuera, pero entraron. Luego hicieron un buen papel en las eliminatorias.

—¡Chupito!

—¡Para! Y tras ello, de cara a prepararse para la LEC hicieron una bootcamp que fue algo casi mágico, ¿verdad, Wolk?

—Se fueron a descansar a un burdel de Torrejón.

—¡No digas burradas, Wolk! Tras la bootcamp llegaron a las finales con una nueva cara, e incluso le ganaron un mejor de cinco a G2, sellando con ello, prácticamente, su clasificación para los mundiales, que llegó poco después.

—¿Tú crees que nosotros iremos a los mundiales, Noa?

—Bueno, seguro que la LVP hace todo lo posible por llevarnos.

—¡Chupito!

—¡Wolk! ¿No está Champi por ahí?

—Estaba aquí al lado, pero se ha ido hace un momento, a por otra botella.

—Ya veo. Vale, esto es todo, muchas gracias al narrador por contar con nosotros, tal y como están las cosas todo trabajo es bienvenido. Nos pagan por esto, ¿verdad?

—¡Chupito!

Capítulo 7

Fijaos, en un momentín nos hemos plantado en Worlds, ahora empieza lo bueno. En condiciones normales, el camino a los mundiales lo trataría desde la perspectiva de Toad, que hace cientos de horas al respecto; pero, como este año su contenido ha sido, básicamente, IAg con lol de fondo, decidimos que le den por el culo. Si quiere quedar bien en una historia de este tipo, que se la escriba una IAg de mierda, ahora que ya existe la mía y tiene de donde plagiar. Tuvimos que buscar una alternativa, algo más desconocido, por lo que recurrimos al misticismo: desde tiempos inmemoriales se escuchan rumores sobre la existencia de una secta que guarda los secretos del League of Legends, conocida como “La Santa Trinidad de los Antonios de la Calle Superior”, en donde adoran a RevenTxZ, a TonyTop y a Th3Antonio. Esta orden había caído en horas bajas, pero resurgió con el debut de Th3Lec, y nosotros confiábamos en que ellos tuvieran una copia del mapa que nos permitiría llegar hasta las confusas tierras de los Worlds.

Comenzamos a buscarlos sin descanso, en los gólems, en la liga universitaria de NA, en la peluquería… pero finalmente los encontramos donde menos lo esperábamos: en una biblioteca. Nosotros habíamos entrado para gastarle una broma a Knekro, y resulta que allí estaban, insistiendo en que sus Sagradas Escrituras se reasignaran de la sección de fantasía a la de biografías autorizadas. Mientras ellos discutían, aprovechamos para ojear el libro, pero no entendimos nada porque no eran más que un montón de hojas de Excel impresas y mal encuadernadas.

—Oye, ¿en vuestro libro no hay ningún mapa? Tenemos que ir a Worlds —preguntó Ibai, haciendo de líder.

—La sabiduría de los Antonios no cabe en ningún mapa —respondió un acólito—. Pero tú no eres… ¡Coño, Ibai! ¿Una fotito?

—Joder —se quejó Ibai—. Vale, pero si me dices cómo se llega hasta nuestro destino.

—¿Pero sois tontos o qué? Si ya estabais allí, es en el mismo lugar en donde habéis jugado todo el año.

—Pues con esa mierda de info, no hay foto. Adiós.

Nos marchamos sin mirar atrás, pero alejarnos había sido un error. Creíamos que ya estábamos clasificados, no obstante, al tener que volver hasta el campo de batalla, nos dimos cuenta de que en el camino habían aparecido un par de enemigos. Tendríamos que derrotarlos si queríamos llegar a enfrentarnos contra los mejores.

El primer grupo que salió a nuestro encuentro eran unos hombres rudos, con el pecho descubierto, largas barbas, hachas enormes y la muerte en la mirada. Afortunadamente, como todo el mundo sabe, la debilidad de los vikingos es el alcohol, y estos iban más borrachos que Wolk en la Feria de Abril. Supa y Álvaro se vistieron de Inglaterra para rechazar a los nórdicos, solo que en lugar de usar las tácticas clásicas de los ingleses (mentir, engañar y vender a sus hijas), lo que hicieron fue jugar como auténticos guerreros a los que el Valhalla se les quedaba pequeño. Fue una victoria aplastante.

Unos metros más adelante nos esperaba un curioso club de moteros, compuesto por orientales disfrazados de franceses. No nos libramos de pelear contra franceses ni en el mundial. A las puertas del club estaban aparcadas las motos, y frente a ellas esperaba Mfreak con la skin de Sabina.

—¿Necesitáis una motito?

—No hace falta, vamos a llevarnos a Mellado —respondió Ibai.

Entramos al local como auténticas bestias y lo destrozamos todo: los billares, las máquinas de dardos, la barra… y el inhibidor. Mientras salíamos, los moteros juraban vengarse, pero ¿cómo iban a hacerlo? Jajaja, tontitos.

Por fin llegamos, ahora sí, al mundial, y en ese momento Kuentin nos detuvo, muy serio.

—Bien, yo me quedaré aquí, tejiendo una prenda por el día y destejiéndola por la noche, hasta que volváis.

—¿Y por qué vas a hacer esa gilipollez? —preguntó Knekro.

—¡¿ES QUE AQUÍ NO HAY NADIE CON UN POCO DE CULTURA?! —se enfadó Kuentin, en mayúsculas y todo, ya sabéis cómo se pone—. Como en la Odisea, hombre, que esto es la Koidisea. Yo hago de Penélope, y me quedo aquí esperando vuestro regreso, con una treta para negarme a casarme con otros, hasta que volváis.

—¿Entonces no vas a casarte conmigo? —dijo Araneae—. Pues entonces yo me piro, he perdido la ilusión.

Todos vimos con pena cómo Araneae se marchaba. Hasta siempre, leyenda.

—Venga, pues quédate aquí entonces, para que el título tenga sentido —dijo Ibai, y empezó a sonar música épica de fondo—. Nosotros nos lanzamos a la aventura, atravesaremos desiertos y océanos, derrotaremos a seres mitológicos, lucharemos contra el hambre, la sed y el deseo de dejarnos caer para hacer únicamente una cosa: dar un paso, y luego otro, y después el siguiente… sin importar qué se nos ponga delante, hasta alcanzar la copa, y regresar con ella para ofrecértela con una sonrisa. ¡Hasta la vista Kuentin! ¡Volveremos!

*3 doritos después*

—¿Ya habéis vuelto? —dijo Kuentin—. Si no he empezado ni a tejer.

—Sí —respondió Knekro, enfadado—. He hecho promos más largas.

—¿Qué ha pasado?

Nadie quería hablar, estábamos muy decepcionados, así que yo le conté cómo nos arrastró por el barro un gigante chino en la primera encrucijada del camino; y cómo después nos emboscaron los putos moteros y nos devolvieron la paliza; y cómo, por último, le robamos una piruleta a un niño pequeño y el niño se cabreó y también nos arreó bien duro.

La ilusión, cuando caduca, se enmohece con silencios, y así quedamos, llenos de silencios, sin nada más que decir. Triste final para una historia que prometía tanto. La novela romántica debe tener un final feliz, si no lo tiene, es un drama; la policíaca debe resolverse capturando al malo; en caso de no hacerlo, es novela negra; y las historias épicas deben tener una gloriosa batalla final, física o espiritual, y esta no la tiene. ¿Sabéis por qué? Porque la historia no acaba aquí, querido lector, ¿recuerdas lo que te dije al principio? Los buenos arcos épicos comienzan con los protagonistas mordiendo el polvo, porque los héroes se forjan en la desgracia y la desesperación. Esto es solo el principio, yo conozco toda la historia, ya lo he vivido, y estoy aquí, escribiendo poco a poco, mientras espero a que Knekro me consiga algún patrocinio. Pero los títulos son una pista, siempre lo son: esta es una historia épica, la tinta no miente. Volveremos a vernos, no os creeréis lo que pasó el año que viene.

Epílogo

—¿Qué pasa chiat? —dijo Skain, lleno de energía—. Ya he terminado de merendar. ¿Curramos?

—¿Hola?

—Whatever.

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